viernes, 25 de mayo de 2012

El 25 de mayo de 1810 y Mariano Moreno



Sentemos ante todo un principio: la filosofía que reina en este siglo demuestra la ridiculez de la grandeza y las contingencias a que está expuesta. La insubsistencia perpetua y continuada de la corona de España, lo está evidenciando; la familia real envilecida, había ya dejado de serlo y perdido sus derechos; el 25 de mayo de 1810, que hará célebre la memoria de los anales de América, nos ha demostrado esto, pues hace veinte años, que los delitos y las tramas de sus inicuos mandones y favoritos le iban ya preparando este vuelco.
Tal sería el estado en que nos encontraríamos, si no nos uniesen generalmente los intereses de la Patria; ¿y quién de vosotros, señores, sería capaz de poner en cuestión la libertad y felicidad de ella, no teniendo sino unos conocimientos superficiales de las causas secretas de la revolución? ¿Acaso se necesitó más fortaleza el 25 de mayo de 1810, para derribar los colosos de la tiranía y despotismo; que se necesita para erigir los cimientos de nuestro nuevo edificio? Desembarácese el suelo de los escombros,quiero decir; concluyamos con nuestros enemigos, reformemos los abusos corrompidos y póngase en circulación la sangre del cuerpo social extenuado por los antiguos déspotas, y de este modo se establecerá la santa libertad de la Patria.

 Mariano Moreno
Moreno, Mariano, Plan Revolucionario de Operaciones, 1° ed., Quadrata, Buenos Aires, 2006. 
 

jueves, 17 de mayo de 2012

No hay avance, no hay retroceso,
no hay progreso, no hay evolución,
hay devenir, hay lucha, 
hay experiencia, hay hacer.
¡Que haya Revolución!

Martín de Tigre

sábado, 12 de mayo de 2012

Alicia Moreau


   

     Si debemos hablar de una mujer que con su paso por la historia argentina ha marcado una huella profunda, pensamos enseguida en Eva Duarte, Julieta Lanteri, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, o en Alicia Moreau de Justo, de quién trataremos de abarcar en esta sintética biografía la multiplicidad de actividades que desarrolló durante sus 100 años de intensa vida.
   Alicia Moreau nació el 11 de octubre de 1885 en Londres, ya que allí se encontraban exiliados sus padres después de haber huido de Francia, su país natal, a causa de su participación en la Comuna de Paris de 1871. En 1890 se dirigieron a Buenos Aires, donde se establecieron definitivamente. En ese Buenos Aires de fines del siglo XIX y principios del XX, de grandes transformaciones urbanas y culturales, y pocas transformaciones sociales, es donde se crió Alicia. En una sociedad atada a costumbres y valores tradicionales; en una familia que mateniendo sus convicciones conformaron el particular carácter de Alicia. Ya desde joven demostraba su espíritu libre y su carácter crítico. Al terminar sus estudios en la Escuela Normal, donde se recibió de maestra, se inscribe en la Facultad de Ciencias Médicas, según sus propias palabras: “creyendo en la necesidad de combatir el dolor humano”. A pesar de los prejuicios de la época, en particular de los docentes que impartian las clases, logra recibirse junto a un pequeño grupo de mujeres que osan seguir estudios universitarios. Incluso por sus notas puede hacer las prácticas en el Hospital de Clínicas, lugar a donde se accedía mediante altas calificaciones. A propósito de esta experiencia dirá años más tarde: 
“Durante las prácticas en el Hospital de Clinicas comprobé que muchas enfermedades tenían su origen en la miseria que sufrían los trabajadores, condenados por un régimen social injusto...Comprendí que la acción del terapeuta debía unir la del político, preocupado por las cuestiones sociales”. 
     Mientras tanto y con solo 21 años de edad participa del Congreso del Libre Pensamiento, donde expone su primer trabajo sobre la educación, el cual fue publicado en el primer número de la Revista Socialista Internacional. Un mes más tarde comenzó a dictar un ciclo de conferencias de divulgación popular en la Sociedad Luz de Barracas. A partir de esto comenzó a acercarse al movimiento obrero. A fines de marzo de 1909 participa en el Congreso Popular de Educación organizado por la Junta Nacional del Profesorado, las Sociedades Populares de Educación y diversas instituciones del país. En ese momento el tema de la educación ocupaba un lugar central, y Alicia veía en la educación no sólo una mera instrucción de los individuos, sino una herramienta para posibilitar al ser humano superarse y llegar a su más amplia realización. En 1910 Alicia Moreau funda junto a otros compañeros el Ateneo Popular, definido como una asociación de extensión secundaria y universitaria para dictar cursos, dar conferencias de carácter general sobre temas científicos, literarios, artísticos y fundar bibliotecas y otras actividades. Al mismo tiempo apoya la campaña del Centro Socialista Femenino por las ocho horas de trabajo. Ya como médica se dedicó a ayudar a las mujeres que ejercían la prostitución, a las cuales se había acercado en sus prácticas en el Hospital de Clínicas. Llevó a cabo su acción tanto desde lo médico como desde la acción política, combatiendo esta práctica y la falta de controles. Hacia esa época el director de la Revista Socialista Internacional cede la publicación a sus compañeros del Ateneo Popular, para que sea su órgano de difusión; quedando Alicia en la dirección de la misma. La revista cambia su nombre por Humanidad Nueva, en la cual se publicaban regularmente articulos escritos por ella, donde habla del feminismo, de la mujer, de la educación. Además se publican artículos de Anatole France, Enrique del Valle Iberlucea, Manuel Ugarte entre otros. Hacia 1913 promueve, a través del Ateneo Popular, una campaña contra el alcoholismo y la creación de la Liga Nacional contra el alcoholismo.
   Luego de 1919 sin descuidar sus actividades tanto profesionales como educativas, intensifica su actividad militante concentrándose en la lucha por los derechos civiles de las mujeres y su emancipación. Funda la Unión Feminista Nacional, que se proponía concentrar las fuerzas feministas dispersas por el país. Entre sus objetivos figura cooperar en el perfeccionamiento de la mujer en lo físico, moral e intelectual; la emancipación civil de la mujer en la familia y la sociedad modificando las leyes que la colocan en una situacion inferior con respecto al hombre; y formar comités para mejorar el trabajo femenino. Siendo coherentes con estos objetivos, uno de los primeros actos de la Unión Feminista Nacional fue dar apoyo público al proyecto de ley del senador socialista del Valle Iberlucea sobre emancipación civil de la mujer. En la campaña para promover los derechos civiles de la mujer, organizada por la Unión Feminista Nacional, también reivindicaban la protección a la madre soltera, la defensa de las condiciones laborales en fábricas y talleres, el sufragio femenino, etc.
    En 1919 había dejado de publicarse la revista Nueva Humanidad, y aparece el primer número de Nuestra Causa, revista mensual dedicada a exaltar la acción de la mujer en todos los campos: cultura, arte, problemas sociales, y políticos. La publicación expresa el sentir de la Unión Feminista Nacional. En ese mismo año, Alicia Moreau participó en el Congreso Internacional de Obreras de Washington, y en el Congreso Internacional de Médicas en Nueva York.
     En 1920, la Unión Feminista Nacional y el Comité pro Derechos de la Mujer, empiezan la campaña por el voto femenino, apoyando al Partido Feminista Nacional y a su candidata a diputada nacional, Julieta Lanteri. Sin embargo, Alicia Moreau por esa época era una figura destacada en los círculos socialistas, debido a su actividades en pos de la educación de los pobres, de los derechos de las mujeres y por la difusión de las ideas socialistas. Finalmente, y según sus propias palabras, al conocer la situación de lo que es la vida obrera y los desprotección del trabajador decidió afiliarse al Partido Socialista, desde cuyo seno se promovió la legislación obrera, siendo Alfredo Palacios diputado desde 1904  -el primero electo en toda América a la edad de 25 años- el verdadero creador de la legislación del trabajo.
    En 1922 se casa con Juan B. Justo. Tuvieron tres hijos, Juan, Luis y Alicia. Durante la década del 30 Alicia continuó con su militancia. Formaba parte del Comité Ejecutivo del Partido y asistía a congresos internacionales como delegada del socialismo; y a congresos médicos, profesión que no había abandonado.
    El 4 de junio de 1943 se produce el golpe militar que llevará a Perón al Departamento de Trabajo y Previsión, donde comenzó su labor en favor de las demandas obreras, el mejoramiento de las condiciones laborales y la calidad de vida de los trabajadores. En 1945 Perón llega a la Presidencia a través del voto popular. En Alicia se debatía una gran contradicción, por un lado no estaba de acuerdo con los sesgos autoritarios del Ejecutivo, pero por otro lado comprendía que estaba llevando a cabo las reformas que siempre habían propugnado a través de las leyes que los socialistas habían presentado una y otra vez en el Congreso. Otros de los objetivos que había perseguido durante años, y que veía cristalizado en la acción del gobierno peronista era la Ley 13010 que concedía el voto a la mujer. Juan Domingo Perón y el socialista Ángel Borlenghi, que formaba parte del gobierno, firmaron el decreto.
    Después de 1955 retoma plenamente su actividad política, oponiéndo reparos al gobierno militar que ese año se hizo del poder a través del golpe de estado contra gobierno peronista. Con la vuelta a la actividad del Partido Socialista, también hubo que reorganizar su órgano de prensa. Dicha tarea le fue encomendada a Alicia, que pasó a ocupar la dirección de La Vanguardia. Hacia finales de esa década y principios de la siguiente las disensiones internas del Partido Socialista se hacen insalvables, entre otras debido a la actitud frente a los gobiernos militares. Finalmente termina en la división, entre aquellos que mantenían una postura de tolerancia respecto de los gobiernos militares, y quienes levantaban con firmeza las banderas democráticas. Entre estos últimos estaba Alicia Moreau, que pasó a desempeñarse como Secretaria General del Partido Socialista Argentino. Su lucha contra el militarismo, que había comenzado allá, a principios de siglo cuando recién se conformaban las Fuerzas Armadas a costa de los recursos que debían ser usados para salud y educación, cobró nueva significación a partir de 1976 con el golpe que impuso el terrorismo de estado en la Argentina. Atiende y acompaña el reclamo de las Madres de Plaza de Mayo. Ya en 1975 había participado de la constitución de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Sus últimos años estuvieron marcados por el sesgo que la caracterizó siempre, en la lucha, en los debates, en las discusiones y opinando de la realidad nacional con certeza. Murió el 12 de mayo de 1986.

Martín López

Bibliografía

Henault, Mirta, Alicia Moreau de Justo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983.